Seguro que lo recuerdas. Lo han puesto repetidas veces en la televisión: unas hormigas caminan pesadamente a lo largo de un bar cargando con lo recogido durante su expedición fuera del hormiguero; van en fila, una detrás de otra, en perfecta formación… y, de pronto, sobre una de ellas caen unas gotas de cerveza. A la afortunada hormiga se le transforma el rostro a modo de iluminación. En ese preciso instante, empieza a sonar una canción con letra adaptada a la ocasión.

Ante los gestos alucinados de sus compañeras, la protagonista de tan singular situación proclama gozosa que empieza a ver una luz que le hace comprender cuál es su destino: elegir. Y, arrebatada de júbilo, confiesa que renunciar no es más que escoger, que equivocarse es una buena forma de aprender, que si sigue al corazón no tiene nada que perder. El cambio es mágico: «y ahora, ya ves, no soy quien fui: aquella triste y temerosa persona de ayer. He renacido para todo, tengo ganas de vivir. Ahora guardo mi energía para aquel que crea en mí. No perderé ni un día más en lamentarme, en sentarme a descansar. Cada paso me permitirá avanzar hacia el futuro con confianza y libertad. Voy a vivir. Créeme, voy a vivir. Saborear cada segundo, compartirlo y ser feliz. Hay tantas cosas que aprender, tanto nuevo por llegar…; lo que recibes es lo que das».

Confira o texto na íntegra.

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